1/18/2007

Tarde


Cinco minutos!...cinco putos minutos y te veía como cada uno de nosotros, vestido, reposando, tendido en tu lecho de anciano, con esa temperatura que a estas horas de la noche seguramente ya debió haber cedido frente al hielo de la muerte, sentir tu olor, olor a carne viva y no tocar ese vidrio que me separaba de tu realidad. Puto cajón! Lo golpeé tantas veces!, y nada, no era lo mismo, estabas entre cuatro tablas y una pequeña ventada, sellada y rodeado de cuatro mujeres contemplando tu rostro y velando tu cuerpo las últimas 24 horas. No alcancé, llegue tarde.